jueves, 19 de junio de 2008

¿literatura europea?

Hace unos días el periodista francés Jean-François Fogel escribió en su blog una entrada en la que cuestiona la creación de un premio oficial de literatura por parte de la Comisión Europea. Según Fogel, ‘todavía no se sabe si se trata de literatura contemporánea o de literatura y punto, pero me parece peligroso, en un continente que fue la cuña de dos guerras mundiales poner, en marcha una posibilidad de enfrentamiento duradero’. Sinceramente no creo que Europa se vaya a ir otra vez a la guerra ni por Eurovisión, ni porque los hinchas del Chelsea destrocen cualquier ciudad a la que vaya a jugar su equipo ni mucho menos por algo tan poco popular como un premio literario.




Fogel muestra su preocupación con respecto a la noción de "literatura europea" cuando afirma que:


‘Lo más preocupante es leer el concepto de "literatura europea" en un documento oficial. ¿De qué se trata, de qué hablamos? Hay tantas literaturas ¿Toda Europa se reconoce en Harry Potter, en las novelas policíacas de Stieg Larsson o en el relato histórico de Arturo Pérez-Reverte? Temo que la aparición de un premio oficial de literatura europea ponga en duda la existencia de Europa. Ni hablar de los autores como Joseph Conrad (tres veces europeos con una vida polaca, una vida francesa y una vida inglesa) que ubican su novela en tierras o mares de Asia o de África. ¿Vamos a inventar el concepto de novelistas europeos emigrados?’


Aunque soy perfectamente consciente de que Europa no es una entidad homogénea y que existen enormes diferencias no sólo entre los distintos países sino también dentro de éstos —pienso en casos límite como España, Bélgica o Suiza—, la verdad es que no entiendo la preocupación de Fogel. Como lo diría Benedict Anderson, las naciones son “comunidades imaginadas” cuya existencia se basa justamente en la invención de rituales colectivos —como el otorgamiento de un premio literario— que si consiguen volverse significativos para la gente con el paso del tiempo llegan a convertirse en tradiciones.


Me gusta la exaltación que hace el editor catalán Jaume Vallcorba de esa idea de “literatura europea” que a Jean-François Fogel le parece tan peligrosa porque identifica no sólo los vasos comunicantes existentes entre autores provenientes de épocas y lugares muy distintos, sino también el rastro de una tradición literaria supranacional:


‘Una de las asignaturas que me encargaron en la Universidad Pompeu Fabra tenía un título francamente horrendo. Se llamaba “Literatura de tradición europea”. A mí me habría gustado que se llamara “Literatura occidental” y punto, pero resulta que como todavía existía el muro de Berlín, parecía como si ese apelativo excluyera un espectro importantísimo de literaturas del centro y del este de Europa. El título era muy animal pero al mismo tiempo muy exacto.


Durante bastantes años intenté dar una explicación de las grandes líneas de la tradición literaria europea, desde los trovadores hasta la poesía del siglo XX. No me ocupaba de la tradición clásica aunque las referencias a ésta eran inevitables. Hay una línea que describe perfectamente ese camino que empieza con los trovadores, sigue con los estilnovistas, continúa con Dante, Petrarca y Shakespeare y se prolonga hasta pleno siglo XX con figuras como Thomas Mann, William Butler Yeats, Franz Kafka o W. H. Auden. Se trata de una línea poderosa y seguirla es muy interesante porque uno se da cuenta de que está trabajando en ámbitos lingüísticos distintos, que en términos culturales parecen ser muy diferentes pero que acaban dibujando una tradición europea sólida basada sin duda en los usos tanto de la retórica como de un sistema referencial común. La existencia de esta línea explica por qué durante siglos un ruso había entendido perfectamente bien a Cervantes, un inglés a Dante o un alemán a Shakespeare. Finalmente estaba ese espacio común’.

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