martes, 13 de febrero de 2007

el 'boom' según donoso

Con motivo del décimo aniversario de la muerte de José Donoso, en su edición del domingo 11 de febrero el suplemento Radar Libros del diario bonaerense Página/12 publica un perfil personal y literario de una de las figuras más relevantes del boom latinoamericano. Justamente hace unos días estaba leyendo la Historia personal del boom que publicó Anagrama en 1972, cuando este fenómeno literario y comercial estaba en pleno auge. Y aunque el panorama literario actual es muy distinto de aquel al que se refiere el escritor chileno, sus consideraciones con respecto a la narrativa latinoamericana me siguen pareciendo acertadísimas.

Dice Donoso que “durante la década del sesenta se escribieron en Hispanoamérica muchas novelas de una calidad que desde su aparición hasta ahora me sigue pareciendo innegablet, y que por circunstancias histórico-culturales han merecido la atención internacional, desde México hasta Argentina, desde Cuba hasta Uruguay. Estas obras han tenido y siguen teniendo una repercusión literaria —quiero recalcar el hecho de que estoy hablando de lo específicamente literario, no del número de ejemplares vendidos, que es sólo un ingrediente parcial de esa repercusión: basta comparar las asombrosas cifras de ventas de Cien años de soledad con las escasísimas ventas de Paradiso, ambas indudablemente integrantes de la primerísimo fila del hipotético boom— nunca antes vista en el ámbito de la moderna escrita en castellano, ya que si Blasco Ibáñez, por ejemplo, tuvo una resonancia cosmopolita en su tiempo, jamás se ha pretendido que sea otra cosa que literatura comercial; y los grandes nombres de la novela ‘literaria’ de la primera mitad de este siglo escrita en castellano, tanto hispanoamericanos como españoles, se han desvanecido en comparación con sus contemporáneos alemanes, norteamericanos, franceses e ingleses, sin dejar huella en la formación de los novelistas actuales”.

Más adelante añade Donoso que “en un período de apenas seis años, entre 1962 y 1968, yo leí La muerte de Artemio Cruz, La ciudad y los perros, La casa verde, El astillero, Paradiso, Rayuela, Sobre héroes y tumbas, Cien años de soledad y otras, por entonces recién publicadas. De pronto había irrumpido una docena de novelas que eran por lo menos notables, poblando un espacio antes desierto”.


Nuevas influencias, nuevo lenguaje


Según Donoso, el supuesto boom se debe a un cambio en la sensibilidad de los autores y de los lectores en el ámbito de la novela hispanoamericana que implicó la internacionalización de ésta. Cuando habla de ‘internacionalización’ no se refiere “a la nueva avidez de las editoriales; ni a los diversos premios millonarios; ni a la cantidad de traducciones por casas importantes de París, Milán y Nueva York; ni al gusto por el potin literario que ahora interesa a un público de proporciones insospechadas hace una década; ni a las revistas y películas y agente literarios de todas las capitales que no esconden su interés; ni a las innumerables tesis de doctorado en cientos de universidades yanquis de que están siendo objeto los narradores de Hispanoamérica, cuando antes era necesario ser por lo menos nombre de calle antes de que esto sucediera”.

En síntesis, para Donoso “hay que hablar de algo más elusivo: de cómo la novela hispanoamericana empezó a hablar un idioma internacional; de cómo en nuestro ambiente un tanto provinciano en lo referente a la novela antes de la década del sesenta, fueron cambiando poco a poco el gusto y los valores estéticos de los escritores y del público, hasta que la narrativa hispanoamericana llegó a tener el alcance que tiene, y desembocar, de paso, en divertidas exageraciones carnavalescas”.

Es probable que tanto para los escritores como para los lectores de América Latina la exposición simultánea a nuevas visiones con respecto a la historia de sus propios países, al trabajo de las vanguardias europeas de la primera mitad del siglo XX, a las obras de autores norteamericanos como Scott Fitzgerald o John Dos Passos, al cine que venía de Europa o de Estados Unidos, a la radio y a las escuelas de pensamiento que se gestaron frente al hecho de que la visión del mundo de su época ya no diera cuenta de manera satisfactoria de los cambios que se estaban produciendo en la sociedad, haya estimulado el surgimiento de un nuevo horizonte de inquietudes que en su momento se verán reflejadas en la aparición en la literatura hispanoamericana de temas, formas estéticas y planteamientos nuevos que no interpelan únicamente a la sensibilidad del público local y que redefinen lo que significa nacer y vivir al sur del Río Grande.

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